El primer amor ; Capítulo II: La Fascinación

Óleo de una pareja de siluetas recostadas mirando un cielo estrellado y azul."

I. El Eco que Anuncia tu Nombre

Sentí una sensación que no reconocí ni pude darle nombre, como un eco profundo pero claro: era la melancolía de tu partida. Aunque eras mi mejor amigo, ese vacío llegó a mi corazón como un susurro y fue la primera señal para darme cuenta de que mi alma ya tenía tu nombre. Lo entendí por completo en aquella estación de bus, cuando te acompañé y mi corazón habló con una punzada latente.

Eras mi lugar favorito en el mundo, mi lugar seguro, mi refugio feliz. Pensé que ese sentimiento era solo la plenitud de la amistad; junto a ti, podía ser yo y mucho más. Caminábamos y disfrutábamos del mundo, sin importar el paisaje. Por más gris que fuera el cielo, por más ladrillo que hubiera, todo era perfecto. Para mí, estar en ese lugar era estar en el capítulo correcto, ser la protagonista del mundo que yo disfrutaba.

II. La Elección Inevitable

Con todos estos sentimientos, olvidaba aquello de que tenías “novia”. No entendía cómo funcionaba si cada día estabas conmigo mirando atardeceres y riendo sin sentido. Éramos solo niños, y tú eras mi primer amor, aunque para mí solo fueras mi mejor amigo. Te quería tanto que si ser tu amiga hubiera sido el sello de eternidad, me habría bastado con eso, con tal de conservarte en mi vida. Yo solo entendía que quería verte cada día.

Un día me dijiste que no podías ser más mi amigo. Sentí que el mundo se detuvo: todo podía salir mal, menos esto. Me dijiste que sentías algo más por mí, que creías que yo no quería ser algo más y por eso preferías decirme adiós. Yo elegí poner nuestra amistad a salvo. Pero el destino, a veces, parece estar escrito, y es inevitable ir en contra de la corriente del río. Pasaron unos días y, pese a tu negativa a retomar nuestra amistad, no pude aguantar las ansias. Salí corriendo a buscarte, te busqué por todas partes y salté a ti. Y ahí comenzó todo, o quizás… fue antes.

Óleo de un hombre y una mujer tocándose las manos con un rayo de luz suave."

III. El Lenguaje del Amor

Estábamos felices de ser novios. Era una nueva etapa: estábamos acostumbrados a hablar y jugar como niños, y ahora éramos novios. Entonces, las tardes se volvieron más románticas. Tú me mirabas con esos ojos que tanto amé, me decías que haríamos muchas cosas juntos, que descubriríamos cómo se besa una y mil veces de una y otra forma.

Llegaron las cartas, las canciones, las palabras y las promesas incesantes de amor por siempre. Creaste en mí la idea del amor eterno, real, completo, espiritual. Fue como si te hubieras empeñado en que te amara para siempre: letra por letra llegaste a mi alma.

Con palabras como que me buscarías en mis sueños, y en una edad tan inocente, todo esto hizo que volara como una estrella fugaz. Te volviste mi droga, una adicción fuerte, un pilar necesario. La forma en que mi corazón necesitaba tu amor era tan natural y necesaria como respirar.Cada melodía sonaba a ti, y nuestros primeros besos eran mares distintos que íbamos descubriendo juntos.

IV. El Instante Eterno: Cuando Sientes que es Real

¿Quién no ha vivido esta etapa? Cada risa, cada sonrisa, cada detalle se convierte en un tesoro en tu memoria. La forma en que habla, camina o mira, es suficiente para alterar tu día entero.

Sientes que el mundo gira alrededor de esos pequeños instantes. No es ingenuidad; es el corazón descubriendo la maravilla de lo que le atrae. Es como una droga, un hechizo que lo llena todo. Es la razón por la que el sol brilla más fuerte, por la que los días parecen perfectos y la vida adquiere un color distinto.

Cuando estás con él, te sientes seguro, completo, feliz… nada puede ser más perfecto. Cada gesto suyo es un tesoro. Cada palabra, un susurro que se queda grabado en el corazón. Estar cerca es como estar entrelazados, sumergidos en los mismos pensamientos y deseos, hasta el punto de sentirse como uno solo.

En la fascinación, cada minuto es eterno, cada segundo es un regalo. Amar así es volar sin alas, caer sin miedo, sentir que todo lo que existe tiene sentido solo porque él está ahí. Y mientras dura, no hay pasado ni futuro, solo este instante perfecto donde dos almas se entrelazan, donde todo lo demás se desvanece, y donde el amor no es un concepto: es la vida misma que te está sucediendo.

Óleo de una pareja joven abrazándose con las frentes unidas, mirándose con ternura al atardecer.
Óleo de una pareja en la orilla de la playa mirándose el uno al otro mientras el sol se pone sobre el mar.
Tu risa es un relámpago breve,
y sin embargo ilumina mundos enteros.
Tu mirada,
espejo donde mi alma
aprende a reconocerse.

El tiempo contigo
se niega a avanzar,
se curva en un instante interminable.

Eres misterio y certeza,
juego y verdad,
principio de todo
y respuesta a nada.

No sé si esto es amor eterno,
pero sé que ahora,
en cada roce,
en cada palabra,
el universo se detiene
para vernos.

Y yo, fascinada,
me descubro volando sin alas,
cayendo sin miedo,
amando y despertando
al milagro de vivir.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *